Emma Zunz


Así que era esto. Se lo había imaginado muchas veces, pero nunca de esta manera. Tan frío e inesperado. Aséptico.

La carta habla de ingestión de veronal poco después del año nuevo. Emma nunca ha estado en Brasil, pero imagina un Río Grande abstracto, con el tal Feino Fain entrando a la habitación y gritando histérico, tras encontrar a Manuel Maier tendido en el suelo.

Pliega el papel con parsimonia y lo guarda en un cajón. Seis años después del supuesto desfalco del cajero en la fábrica de tejidos Tarbuch y Loewenthal, su padre, otrora llamado Emanuel Zunz, se ha suicidado. Seis largos años arrastrando esa falsa acusación que lo había alejado de su mujer, de su hija. De su vida.

Emma había callado hasta entonces, conservando quizá así una pequeña parcela de poder que el falso acusador, Aarón Loewenthal, no le podría arrebatar y que, de algún modo extraño, la mantenía unida al ahora llamado Manuel.

Así que se empecina en ese silencio que la ha premiado con un as bajo la manga. Y calla también el plan de venganza -buscando a lo mejor una segunda recompensa a su discreción-, perfilando detalles mentalmente, estirada en la cama, con los ojos inútilmente abiertos en la oscuridad.


Engaña a sus compañeras de fábrica con un comportamiento rutinario artificial: sigue en contra de la huelga, sigue sin hablar de novios. Mientras dibuja grandes desastres, les ofrece una imagen plana y previsible de ella misma. Ellas aceptan dócilmente, lejos de prever el gran golpe.

II

Sábado. La Prensa dice que el Nordstjärnan de Malmö zarpa esa noche del dique. Emma, que se ha despertado con ganas de ejecutar su plan, llama a Loewenthal y, con un temblor en la voz que tanto vale para una conspiradora como para una delatora, insinúa a su jefe que, al llegar el anochecer, pasará por su oficina a dar nombres y apellidos de huelguistas.

Relee y destruye la carta de su padre. Le da tiempo a acordar con Elsa y Perla Kronfuss los detalles de su paseo de domingo, antes de dirigir sus pasos hacia los bares del puerto. Allí, tras deambular por dos o tres locales absorbiendo y memorizando gestos de otras mujeres, encuentra por fin a los marineros del Nordstjärnan. Y les regala las ceremonias recién aprendidas, consiguiendo que uno, especialmente bajo y maleducado, la conduzca primero a una puerta, después a un zaguán, después a una escalera, después a un vestíbulo, después a un pasillo, y finalmente, a una última puerta.

Tras la puerta cerrada se intuyen movimientos espasmódicos. Coartadas que ganan consistencia. Alguna lágrima de rabia, vergüenza o alegría.

Emma se incorpora digna. El hombre ya se ha marchado, dejando algo de dinero en la cómoda. Ella lo rompe, en un acto algo injustificado que intenta dar solemnidad al suceso. Se viste, se marcha de aquel lugar y monta en un Lacroze, rumbo a la fábrica Tarbuch y Loewenthal.

Allí debe encontrar a Aarón en su residencia, en los altos de la nave. La verja entornada y el perro debidamente atado confirman que el jefe espera a la delatora. Ella ya imagina cómo gritará sus sentencias de venganza antes del último disparo. Cómo él confesará sus crímenes y pedirá inútilmente piedad antes de que su tosco cuerpo se desplome contra el suelo. Después ella llorará y explicará a todo el mundo que, en defensa propia, tuvo que matar al hombre que intentó abusar de ella.

Aunque en la práctica, todo sucede de un modo un poco menos poético. Emma acompaña la falsa confesión de aspavientos y temblores que fuerzan a Aarón Loewenthal a ir a buscar una copa de agua. Ella se dirige al despacho de su jefe de un modo mucho menos grácil de lo que había imaginado. El frío revólver en el cajón pesa más de lo esperado. Sin pensarlo dispara dos veces al vientre del hombre, que se desploma con mirada iracunda, insultando desde la incomprensión absoluta. Desde el suelo. El perro ladra frenético en el patio. Emma realiza un tercer disparo y todo parece quedar en silencio.

Así que era esto. Se lo había imaginado muchas veces, pero nunca de esta manera. Tan frío e inesperado. Aséptico.

2 comentarios:

  1. creo que las 20 páginas han dado resultado

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  2. aquest fragment l'hauries de convertir en un llibre! té un punt emocionant i misteriós..., donen ganes de saber que continuarà després...

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