Qué sucede cuando un grupo de trece especialistas debidamente equipados que llevan cuatro años entrenándose para la ocasión secuestran al único hombre inmortal le cortan la cabeza lo descuartizan queman los trocitos de carne microscópicos resultantes y tiran sus cenizas al mar Mediterráneo

La habitación es totalmente oscura. No puedo afirmar rotundamente que sea una habitación, pero hay algo en el aire que descarta la inmensidad, el espacio abierto del que había oído hablar. Tampoco es que esperara nubes y un cielo azul.

Camino. Creo que camino. Tengo intención de hacerlo y no hay duda de que me sucede algo parecido al desplazamiento. He sido muchos hombres en muchas épocas. En ninguna me hablaron de este lugar.

Tengo consciencia y memoria, lo que descarta muchas de las teorías que me habían explicado. Recuerdo las rocas, el mar, los caballos, las ciudades. Recuerdo las máquinas, la música, la electrónica. Es raro, pero prácticamente no recuerdo a ninguna persona. Tengo clara la idea última de ser humano, pero ninguno de los que he encontrado en mi camino parece ocupar un lugar importante en mis recuerdos.

Parece que se equivocaban aquellos que me dijeron que no podía morir. No lo sé. No estoy en el plano del universo en el que estaba antes, eso seguro. No existen coordenadas para situar el espacio o el tiempo. No sé qué les pasa a los otros cuando se acaban. Si vienen también aquí. Si cada uno tiene un lugar así para él. No sé si esto sólo me va a suceder a mí. No lo sé.

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