Perder el trabajo en el planeta Tierra



El planeta Tierra es una esfera, un disco o una línea en función de tu estructura molecular y la velocidad a la que te desplaces.

El planeta Tierra es una extensión plana que otorga a sus habitantes una falsa sensación de retorno al origen cuando se desplazan por su terreno. 

El planeta Tierra es un cuerpo esferoide oblato, definido y moldeado en parte por la superficie equipotencial de su propio campo gravitatorio. 

El planeta Tierra nos ha conformado a ti y a mí de la manera menos romántica posible. Una amalgama de células que trabajan en equipo sin saberse parte de otro mecanismo más complejo que sobrevive por encima de ellas. Gracias a ellas. Mecanismos vivos que luchan contra el tiempo sin saber demasiado bien porqué, en una carrera comenzada por los ancestros de sus ancestros cuando nada tenía nombre. 

El planeta Tierra nos da cobijo y nos regala, como a esas células, la posibilidad de participar en esa carrera hacia la nada sin sabernos parte, quizá, de un mecanismo más complejo que sobrevive por encima de nosotros. Gracias a nosotros. 

Aquí tú y yo paseamos por la calle. Enterramos los pies en la arena tibia de la playa. Nos quemamos la lengua con un té demasiado caliente. Compramos una funda de edredón. Alquilamos un coche por internet pero decidimos no ir a buscarlo. Participamos de pequeñas explosiones sin que nada parezca afectar o alterar ese mecanismo extraño y universal que se adivina por encima de nosotros.

Quiero decir que quizá hemos sufrido un proceso de extrañamiento y hemos perdido nuestro trabajo en la gran rueda. Tal vez estaba yo destinado a morir a los diecisiete años, caer al suelo y, con una sonrisa y la mirada perdida, permitir que la Tierra me absorbiera, me utilizara de abono para, decenas de años después, hacer crecer un manzano. A lo mejor, tú ibas a tener cinco hijos e ibas a morir en el parto junto al sexto.  

Pero, decía, hemos perdido nuestro trabajo en la gran rueda. En esta suerte de desempleo interestelar, vivimos en un rinconcito del planeta Tierra, escondidos del demiurgo, desatendiendo sus planes de supremo artesano. 

Por eso quería darle las gracias al planeta Tierra y pedirle perdón: gracias por darnos una existencia de tuercas despistadas en este motor que a todas luces no ayudamos a funcionar. Gracias por juntarnos, por hacer que nos encontráramos, por fabricarnos compatibles a ratos, aunque el plan fuera otro e, insisto, no parece que lo estemos cumpliendo. Por eso último le pido disculpas al planeta Tierra. Intentaremos molestar lo menos posible. Estoy seguro de que se las arreglará sin nosotros.

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